Al atardecer cuando el sol parece ser derrotado por la obscuridad de la noche y proyecta con calma su último aliento de luz; al otro extremo, las nubes grises se abren paso cargadas de viento, agua, truenos y una obscuridad amenazante…Es entonces cuando en medio de la tempestad, se arma un espectáculo inigualable; un aroma fresco a tierra mojada deleita el paladar, el viento golpea los árboles, alborota los cabellos y agita las ropas de los tendederos… la naturaleza olfatea a la naturaleza ocultándose de ella para sobrevivir: se observa el revoloteo de la parvada hacia una guarida segura, a los perros hogareños escondiéndose bajo la mesa por el temor a los rayos y a los valientes perros callejeros impacientes por recibir un poco de agua de lluvia para beber, se observa el vaivén de la gente en la calle apurandose para llegar a casa antes de ser impactados por un rayo o descalabrados por los granizos, los que están en casa y que no impermeabilizaron, preparando cubetas y cacerolas para tapar las goteras… y a propósito de goteras, los novios atrapados en el paraíso de los colores crepúsculos, con la promesa de la obscuridad y el camuflaje de la tormenta, donde ya se inundaron hasta los canales centrales sin aún haber llovido.
En fin….belleza y temor encontrados es lo que deja un combate de tromba y crepúsculo de atardecer.
Bonita y tempestosa noche.




